jueves, 22 de diciembre de 2011

Zombie.

No hablaré sobre las pesadillas que se concentraron en la esquina de aquella cama que empaparemos de amor y ginebra, ni de los sueños que no tuvimos, ni de la sangre que no derramamos. No hablaré de nada y  y por eso hablaré de todo.

Ojos vacíos  nos observan, nos juzgan, nos desean. Aspiran a devorar nuestras venas, a hacer añicos nuestros ideales, a convertir nuestras utopías en imposibles y  la vida en el mejor de los negocios. Se acercan putrefactos de mediocridad, deformados y carcomidos por una sociedad manipuladora y una moral inventada, hambrientos de la poca libertad que queda en el mundo.

Todo se corrompe y acaba infectado por la muerte y la codicia. Huye, huye como solo tú sabes hacerlo, huye del infierno del fascismo, de la estupidez de la anarquía, de la corrupción del comunismo, de la mentira de la socialdemocracia y de la injusticia del capitalismo. No dejes que los que fueron hombres se alimenten de tu piel de terciopelo, de tus cabellos oceánicos, de la libertad impresa en tus huesos. Crea tus propias armas para mejorar el mundo y no dejes que te atrapen aquellas doctrinas oxidadas que demostraron en su día no poder funcionar.

Huye porque, si pueden, hincarán sus dientes podridos en  tus entrañas, con los ojos inyectados en la hiel que escapó de sus estómagos congelados en un acontecer cíclico que suena a eterna cadena alimenticia. Huye porque imprimirán en tu macilento corazón ideas sobre un Dios inexistente, sobre una pasiva conformidad con el mundo y sobre la inutilidad del arte y la cultura, y la importancia del dinero, la Navidad o San Valentín.

Y cuando tus pies se den por vencidos, cuando sus garras rotas y amarillas desgarren tu capacidad de pensar por ti mismo, de leer a los que alguna vez lo hicieron y de luchar por un mundo que en verdad te importa una mierda, entonces habrán muerto las frases de V de Vendetta, la paloma que se equivocaba en el poema de Alberti, los republicanos de las cunetas, la libertad de expresión y la revolución francesa.


 Sobrevivirán, en cambio, los tanques y las metralletas, el dinero y las lavadoras, las esbásticas en los muros, los apartamentos en Bernidorm y la violencia justificada por los que se hacen llamar revolucionarios. Toda una masa de zombies de formas y colores diferentes, pero de un interior similar y peligroso: una mente influenciable por las ideas corrompidas de genios y villanos que algún día tuvieron un sueño y olvidaron que este podría llegar a tornarse  pesadilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario